Si nos preguntásemos a qué nos suena el término “ARQUITECTURA ORGÁNICA” a la mayor parte de nosotros se nos vendrían a la mente palabras tales como: naturaleza, agua, tierra, vida.
La arquitectura orgánica sin duda guarda una fuerte relación con la naturaleza. Aunque no es una corriente nueva, ofrece inspiración hoy en día para aquellos que buscan defender la armonía entre el ser humano y la naturaleza, no confundas la aquitectura sostenible, con la orgánica, no es lo mismo.
Atender a las necesidades del momento, a la sociedad y a nuestro bienestar es su filosofía.
En una época en la que la sostenibilidad se está convirtiendo en una necesidad urgente, buscamos inspiración en la arquitectura orgánica con el fin de revertir el deterioro del entorno.
Estudios recientes demuestran que “Un entorno urbano más acogedor, estético, disperso y natural, nos conducen a una sociedad más feliz y saludable”.
Interioristas, diseñadores industriales y arquitectos han creado con el paso de los años soluciones que nos acercan a las texturas, colores y formas que nacen de la esencia de la tierra.
Las Raíces
El mundo del diseño no tiene una trayectoria rectilínea, sino que nos encontramos ante una espiral donde estilos y tendencias pasadas cobran una nueva vida en la época actual.
Hagamos un pequeño viaje por la historia y situémonos en la década de los 30, donde comienza esta corriente arquitectónica. En su primera fase se extiende hasta 1960, para coger aire e iniciar su siguiente andadura a comienzos de la década de 1990 hasta nuestros días, donde cobra mayor fuerza.
Contextualizando su origen diremos que esta corriente comienza siguiendo los preceptos del racionalismo y el funcionalismo, donde la función primaba sobre la forma.
Las necesidades iban más allá de los ornamentos y la decoración, respondían al requerimiento de que un espacio fuese útil y se incorporaban materiales que venían dados por la era industrial.
Con formas diferentes pero el mismo espíritu
No hablamos de un movimiento estilístico o estético, hablamos de construcciones que emergen del suelo como parte inseparable del mismo, ofreciéndonos una conexión inexplicable con el exterior.
Hay que tener en cuenta que las condiciones de los distintos espacios o terrenos nunca van a ser idénticas, por lo que será normal que nos cueste relacionar a todos los iconos de la “arquitectura orgánica” entre sí, sin duda, eso es lo que los hace únicos.

Pero debajo de esta diversidad dada por los distintos factores de tipo climáticos, estéticos y de construcción, que afectan a cada una de forma individual, existe un hilo conductor que las une a todas.
Recuerda que toda obra de arquitectura perfectamente pensada, tiene que responder a su entorno y a sus usuarios.
Estos requisitos de los que acabamos de hablar son estudiados de forma individual en cada planteamiento y son únicos para cada obra, es lo que hace que cada una de ellas adquiera su propio estilo y apariencia.
La hora del camuflaje, inspirarse en ella para convivir con ella
A pesar de lo novedoso o “moderno” que nos pueda parecer el término “arquitectura orgánica”, este estilo como hemos dicho anteriormente tiene una larga tradición e historia. De hecho, podemos encontrar un claro ejemplo de inspiración en la ancestral cultura japonesa, la cual da mucha importancia al equilibrio que ha de existir entre el hombre y la naturaleza.
Muchos de estos ejemplos aportan a nuestro patrimonio arquitectónico edificios que “fluyen y parecen camuflarse con el entorno” se alejan de las líneas rectas sin sentido, e introducen elementos que hacen que el hombre se sienta parte de este, pese a encontrarse en un ambiente artificial.
Este tipo de arquitectura no busca enfatizar la construcción sino que en el lugar donde la misma se erige, ha de existir una integración y conexión visual perfecta entre entorno y obra.
Imagina ahora que estuviésemos hablando de un camaleón en perfecto camuflaje con la hoja que lo sostiene.

Los patrones que nos encontramos presentes en la naturaleza son la principal fuente de inspiración para cualquier diseño orgánico. Aunque los mismos a ojos nuestros puedan parecer aleatorios estos han sobrevivido a la evolución, siguen reglas y patrones eficientes que les ayudan precisamente a evolucionar y vivir en su entorno.
De eso se trata “la arquitectura orgánica”, de responder a las distintas necesidades e inquietudes emocionales, físicas y psicológicas del ser humano.
La arquitectura orgánica se viste de un lenguaje armónico, donde trasciende la estructura y la estética, las dimensiones, la forma y la distribución.
Si tenemos que cruzar de un lado a otro, hagámoslo a través de un recorrido que fluya, donde los ambientes se superpongan y nos hagan disfrutar del entorno que nos envuelve.
Elementos orgánicos para una arquitectura orgánica
El enfoque orgánico es crucial para los objetos o el mobiliario que dan forma al conjunto arquitectónico, a que de manera individual estos se conectan visual y funcionalmente, generando un efecto que unifica el interior con el exterior.
Esto no implica que tengamos que usar un material en bruto en cada uno de los rincones de nuestros espacios, o que este necesariamente tenga sus raíces en el mundo natural. Se trata de la percepción individual, de lo que nos hace sentir este material y de lo que el mismo representa en nuestros interiores.
Habremos de dar respuesta a diversas preguntas: ¿es un material que está disponible en nuestro entorno?, ¿es sostenible?, y lo más importante, ¿ayuda a mejorar nuestra calidad de vida?.
Ten en cuenta, que este tipo de arquitectura representa un cambio de actitud.
Si estamos en sintonía, apelemos a criterios de responsabilidad y observemos de dónde provienen esos materiales. Asegúrate de que cualquier materia natural proviene de bosques sostenibles, con lo que estarás aminorando el impacto en el medio ambiente y la deforestación.
Piedra, Madera, Cemento, Azulejo
En los inicios de la “arquitectura orgánica” se empleaban recursos naturales de forma desenfrenada, buscando tener una gran variedad de elementos que rompiese con el término “artificial”.
En lugar de apostar por la simpleza de estos se aplicaban texturas y patrones que rompiesen con esa sensación.

Si empleamos materiales pesados como piedra u hormigón sobre materiales livianos, se puede llegar a crear una sensación de inestabilidad inquietante.
Los edificios orgánicos deben proyectar belleza a través de la forma en la que están ubicados o conectados a la tierra. También deberán generar sinergia que entre materiales, sitio y diseño.
El Cristal
Es una de las piezas clave del movimiento orgánico, no solo por lo que suma, sino por la forma en la que se emplea. Aportará unas vistas indescriptibles al exterior, y lo sitúan como el elemento encargado de romper con las formas y acabar con la sensación de cerramiento.

Con el uso de este material, trasladamos el exterior al interior generando muy poco impacto y conflicto con el entorno. Al mismo tiempo estaremos consiguiendo una iluminación natural profusa que llena los distintos espacios de vitalidad.

El uso del cristal como aliado, ha hecho que la aparición de lámparas dentro de los espacios se vea reducida pasando a ser elementos útiles.
Las lámparas dentro de estos espacios guardan una coherencia con el resto de los elementos, apelando a las formas naturales.

La arquitectura orgánica como desafío
En un mundo marcado por la masificación de las urbes y la deforestación, plantear nuestras ciudades basándonos en la “arquitectura orgánica” oferecería una solución sostenible.
El tomar consciencia de ello, sumarse y adaptarse a ella, podría ayudarnos a reconciliar nuestras ciudades en constante expansión con nuestra naturaleza y biosfera. Estudios realizados en EEUU demuestran que si se siguen unas reglas de construcción sustentable, podrían disminuir hasta un 10% los efectos del calentamiento global.
El mundo evoluciona y sus desafíos varían, la arquitectura orgánica se adapta, lo cual la hace una buena candidata para la evolución de nuestras ciudades.
Si tienes un terreno y la idea de poder vivir en un hogar sumergido e integrado, deja que la inspiración de este blog te invada.
Imagina como esos elementos que te rodean, piedras, desniveles, nacimientos de agua, raíces etc, se transforman en el elemento perfecto. Dejemos entrar la naturaleza, cómo la luz natural deberá iluminar y cómo la decoración interior se ha de convertir en una extensión del entorno.
Estas diferencias además de convertirse en seña de identidad de tu hogar, serán una muestra de tus valores, contribuyendo al bienestar.
FOTOS: Pinterest
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