¿Hortera? ¿Excéntrico? ¿Extravagante? Estos son algunos adjetivos que nos vienen a la mente cuando alguien nos menciona la palabra “kitsch” o se atribuye este estilo a un espacio.
Si bien es cierto que existen unos parámetros más o menos establecidos que son los que definen qué se considera estéticamente agradable y qué no lo es, la realidad es que “hay gustos para todo”. En ocasiones, los criterios preestablecidos de equilibrio, composición o combinación de colores pueden obviarse. O romperse. Esta ruptura de convenciones estéticas da paso a estilos transgresores, y uno de estos estilos es el kitsch.

Ya hace tiempo que esta tendencia irrumpió en el mundo de la decoración y el interiorismo y se hizo hueco como una de las más populares y reconocibles. Es por eso que en este mismo blog quisimos dedicarle un post especial al estilo kitsch y a sus características principales.
Pero ahora queremos profundizar más en este “anti-estilo”, sus orígenes y cómo ha ido evolucionando hasta nuestros días. Sigue leyendo este post para descubrir todo lo que no sabes de esta tendencia y descubre cómo aplicar este estilo a un espacio decorativo.
¿Qué es “kitsch”?
Entendemos por kitsch lo excesivo, lo ecléctico llevado a su máxima expresión y lo recargado. El estilo kitsch no sigue normas, no se atiene a unas pautas concretas. El kitsch busca impresionar, destacar y dejarte sin habla.
Es por ello que el kitsch no tiene término medio: te gusta o te horroriza. Lo amas o lo odias.

Pero ¿de dónde surge esta tendencia? ¿Cuándo nació el término kitsch y cuál es su origen?
Este término empezó a sonar hace poco más de un siglo y medio en Europa y, aunque no está del todo claro el origen de la palabra, muchos expertos coinciden en situar su origen en Alemania, como un derivado del término “kitschen”, que significa ‘hacer una chapuza’. Otros estudiosos se decantan porque surgió como variante de la palabra inglesa “sketch” (dibujo), acepción que concordaría con el contexto artístico-cultural en el que se situaría.

¿Kitsch vs. Arte?
Es en la segunda mitad del siglo XIX que la burguesía alemana de Múnich comienza a experimentar un crecimiento económico y social muy importante. Estos ‘nuevos ricos’ que se concentraban en la ciudad de Múnich querían alcanzar el estatus de la aristocracia emulando sus costumbres y gustos culturales y estéticos. Por ello, empezaron a demandar objetos artísticos a imitación de las grandes colecciones reales pero cuya factura era de dudosa calidad.
Esta imitación barata del gran arte también apareció en Mónaco. Esta ciudad era uno de los destinos europeos de vacaciones predilecto por los turistas americanos, que quedaban fascinados por las grandes obras de la historia del arte europea. Estos turistas comenzaron a consumir bocetos e imitaciones de estas obras, dando lugar a una serie de subproductos que proporcionaban experiencias estéticas fáciles.

Así, el mundo del arte comenzó a ver con preocupación cómo este ‘arte popular’ ganaba adeptos por la facilidad económica que suponía adquirir este tipo de objetos. El deseo de aparentar cobró fuerza frente a la autenticidad y la calidad, y el mundo del arte comenzó a mostrar su rechazo por la popularidad de lo kitsch viendo el peligro que conllevaba para el arte.

En esta época fueron muchos los teóricos que escribieron y debatieron sobre este término, buscando darle una definición clara, como Clement Greenberg y Theodor Adorno. No sería hasta 1933 cuando el escritor austriaco Hermann Broch publicaría su ensayo “Kitsch, vanguardia y el arte por el arte” y formulara una definición de la estética kitsch:
“La esencia del kitsch consiste en la substitución de la categoría ética con la categoría estética; impone al artista la obligación de realizar, no un ‘buen trabajo’, sino un trabajo ‘agradable’: lo que más importa es el efecto”.

Hermann Broch marcó la línea que separaría Arte y kitsch como términos interdependientes. El arte es arte por su naturaleza única mientras que el kitsch sólo posee del arte sus características extrínsecas, sustituyendo las categorías de la ética con la estética.
El Kitsch hoy
Desde entonces, el Kitsch ha ido evolucionando hasta nuestros días pasando de las grandes mansiones de la costa oeste norteamericanas donde se mezclaban caóticamente estilos como el barroco, el gótico y el rústico, al kitsch del siglo XXI artífice de ambientes frescos y atrevidos.
En la actualidad funciona como un concepto universal y corresponde sobre todo a una ausencia de estilo como tal.

Desde Escuela Madrileña de Decoración queremos aclarar que un ambiente de estilo kitsch no es sólo la ‘no-combinación’ de colores, telas o estampados. Lograr este tipo de ambientes requiere de mucho más. Así que presta atención a los siguientes consejos y tendrás en tu mano las claves para crear tu propio ambiente kitsch:
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Di adiós al minimalismo
Destierra la idea de reducir al máximo volúmenes y formas. Ya no será necesaria la simplificación de las líneas y el uso del color en su justa medida. El kitsch está macado por las líneas sinuosas y las curvas.
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El poder del color
Olvídate de los colores fríos (blanco, gris, beige…). Con el kitsch abrazarás los colores vibrantes y saturados: rojo, naranja, verde lima, violeta… colores muy próximos a la estética del Pop-Art de Andy Warhol. Añade además, papeles de pared o vinilos de patrones estéticos coloridos y recargados. ¡En el kitsch toda está permitido!

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¿Un estilo? Cuantos más mejor
Como decíamos anteriormente, si algo caracteriza al kitsch es la ausencia de estilo. Para crear ambientes de este tipo deberás seleccionar piezas con personalidad propia sin preocuparte de que encajen con el resto de las que ya tienes. Piezas actuales y retro pueden convivir perfectamente con muebles barrocos, estilo Luis XV o neoclásicos, modernizados con tonos atrevidos. No pasarán desapercibidos y permitirán crear espacios con personalidad.

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Exhibe tu colección o recuerdos retro
Seguro que tienes una o varias colecciones de objetos especiales que mantienes escondida. ¿Por qué no mostrarla orgullosamente a tus invitados? Platos de cerámica, figuritas de porcelana, estatuillas religiosas… Desempolva tus recuerdos y colócalos todos juntos para crear un rincón propio de museo. En el estilo kitsch pueden coexistir figuras religiosas, amuletos, esculturas, flores artificiales, espejos, entre otras extrañas combinaciones.

El kitsch en España
En nuestro país, el kitsch vivió un auténtico auge durante la movida madrileña. En ese momento, esta estética fue adoptada como una forma de reivindicación contra el gusto de las clases altas o lo políticamente correcto.
Si intentamos evocar un ejemplo claro de kitsch en nuestro país todos coincidiríamos en que no hay duda: la Casa de Alaska y Mario Vaquerizo.

Mario y Alaska en su casa
Son muchos los reportajes en los que el matrimonio de cantantes ha mostrado su vivienda, muy próxima a la Gran Vía madrileña, en la que residen desde hace más de 10 años. En su reality de MTV hemos podido ver en detalle y conocer de primera mano su salón rosa chicle con moqueta de leopardo, el cuarto de baño rojo o el dormitorio violeta forman parte del curioso apartamento en el que, además, la pareja exhibe sus múltiples colecciones de figuritas religiosas, muñecas folclóricas, fotografías de famosos y sus cuadros.
“La Casa Rosa”, como así la define el matrimonio, es ya un símbolo del kitsch junto con “La Casa Azul”, un nuevo espacio que la pareja adquirió en su mismo edificio dedicado exclusivamente a recibir a sus amigos y familia. Cuadros de Fabio McNamara, fotografías eróticas y máquinas de videojuegos vintage son sólo una pequeña parte de todo lo que se puede encontrar en los 180 m2 de la vivienda de Alaska y Mario.

Posiblemente este ejemplo anterior que os ponemos resulte demasiado excesivo incluso dentro de la “excesividad” del kistch. Pero tranquilos porque hay kitsch más allá de la casa de Alaska y Mario.
Importantes interioristas españoles han adaptado los preceptos de este estilo y han creado espacios únicos que derrochan personalidad. Muchos de estos proyectos los encontramos en Casa Decor, la exposición anual de interiorismo que se celebra en Madrid.
En la edición de 2018, Nuria Alía nos sorprendió con su espacio ‘Sweet Dreams’, un dormitorio en el que las diferentes texturas, colores y estampados del mobiliario cohabitan con influencias Art Déco que pueden apreciarse en las formas curvas y geométricas apliques y accesorios.
Espacio de Nuria Alía
También del año pasado es el espacio “Osadía Rebel Kitchen” de Patricia Bustos: una cocina con comedor llena de intensidad y color. Fue uno de los espacios más populares de la edición, descrito como “una cocina romántica y sensual que reivindica el exotismo y la naturaleza de Japón, pero con el aire fresco y cool de los ambientes más vanguardistas de Milán”.
Proyecto de Patricia Bustos
En la edición de 2019, Miriam Alía ha presentado “Punk Revolution”, un salón-bar que como su propio nombre indica, crea un espacio revolucionario donde las formas geométricas se suceden e intercalan mediante la repetición de patrones y el juego de colores.
Espacio de Miriam Alía
Por su lado, Francisco Cassinello ha realizado para Mandalay Interiorismo el espacio “Petite Boudoir” en el que se mezclan la elegancia, el gusto y la seducción del ‘boudoir’ clásico pero incorporando las últimas tendencias en decoración.
Espacio de Fran Cassinello para Mandalay
Desde Escuela Madrileña de Decoración queremos destacar también el proyecto del estudio Viteri/Lapeña para la renovación de la coctelería San Mateo Circus, en Madrid. Este nuevo espacio es elegante y sofisticado pero también atrevido y fresco. En él conviven elementos que nos transportan al mundo circense de los años 40 y una estética Art Decó. Todos los elementos se han diseñado ex profeso para este local, destacando la cuidada iluminación con apliques, el mobiliario con tapizados de William Morris y los llamativos elementos decorativos.
San Mateo Circus
El kitsch en Escuela Madrileña de Decoración
Por todo lo anterior, desde Escuela Madrileña de Decoración nos declaramos ‘fans’ del kitsch. Es por ello que durante los años que llevamos formando alumnos como profesionales de la decoración, hemos conseguido que nuestros alumnos saquen su lado más kitsch y consigan crear proyectos muy especiales de este tipo.
Los trabajos de estilo kitsch son una expresión de su gusto único y una visión propia de las posibilidades del interiorismo y la decoración. Llevando este estilo a su terreno y combinando los diferentes estilos, texturas y formas que han aprendido durante su paso por Escuela Madrileña de Decoración, nuestros alumnos han sabido dejar su propia firma y lograr espacios únicos.
A continuación os dejamos algunos ejemplos de ello. ¡No os los perdáis!
Proyecto de Zoé Camero

Trabajo de fin de máster de Yohana Criado
Trabajo de fin de máster de Alicia Clariana
Proyecto de Sandra Gómez
Proyecto de Ana Paula Bastos
Si quieres ver más proyectos de nuestros alumnos entra en este enlace.